lunes, 10 de junio de 2013

LAS FOTOS DEL INGLÉS

Carruajes siglo XiX. Foto tomada en una bodega de la ciudad de Santiago (Chile).


Por: Pilar Alberdi

Cuando fui a la Argentina, en 2009, llevaba una lista de direcciones de instituciones a las que quería visitar, y si al final fue imposible completar la lista, sí pude acercarme al Museo del Inmigrante. Este lugar junto al puerto de Buenos Aires, ocupa un lugar importante en la novela. También acudí al Museo del Ferrocarril. Estaba segura que podría encontrar muchos elementos que se citan en la historia como el tipo de cámara, los grandes cristales que se utilizaban para fijar la imagen; también diferentes objetos propios de los trenes del siglo XIX, y hasta me sorprendí al ver lavabos e inodoros de cerámica bellamente adornados que llegaban como novedad desde Europa.
Aunque, aquel año, mientras preparaba la novela, había pensado acudir a Sevilla para hacer una visita al Museo del carruaje, en su momento, abandoné la idea, pues había conseguido suficiente información, sin embargo, la casualidad quiso que en la continuación del viaje antes citado a la Argentina, mi esposo y yo, pasarámos a Chile. Allí, en Santiago, durante una visita turística pudimos ver una amplia colección de carruajes del siglo XIX.
La historia de Las fotos del inglés recoge una relación del protagonista con el matemático y escritor Lewis Carroll, desde el comienzo de la novela hasta el final, mientras se produce el relato de los hechos que supusieron un genocidio sobre los pueblos originarios.
Ahora mismo los pueblos originarios de Argentina reclaman sus tierras, incluso existe en Buenos Aires una semana dedicada al Cine Indígena y me alegro por todos los movimientos sociales y por los historiadores revisionistas que han impulsado este movimiento de reconocimiento histórico. Es más, si se hubiera sabido en su momento cómo fueron los hechos, como se mató, se esclavizó y se separó a los sobrevivientes o como se daban los niños, las dictaduras del siglo XX no habrían sido posibles, porque no habría habido una idealización de lo «militar» impuesta a través de educación pública, y apoyada en la ignorancia de los hechos por los criollos y por las distintas oleadas de inmigrantes que iban llegando a la Argentina y a Chile desde Europa.
Hasta me atrevería a decir que Jorge Luis Borges no se habría jactado de tener un abuelo militar o que Ernesto Sábato no habría llamado en su libro El túnel, «la indiada» a los originales del país. Con sus gestos, igual que tantos ciudadanos, corroboraban la educación recibida.

Foto tomada en el Museo del Ferrocarril. Lavabo importado de Europa, siglo XIX.


Foto tomada en el Museo del Ferrocarril de Buenos Aires. Cámara fotográfica de madera y placas de vidrio como la que utiliza el protagonista de la novela: Arthur Tell. (Siglo XlX).



2 comentarios:

  1. En el Museo Bicentenario de la ciudad de Buenos Aires, exponen por medio de documentales la acción arrasadora de Roca contra los pueblos indígenas en al siglo XIX.
    Situaciones similares, se pueden observar a lo largo de la historia americana. El exterminio de los originarios para la usurpación de tierras. Muy buen artículo. Saludos Pilar.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, María Grabriela.
      Un saludo para ti.

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